Los directos de Raphal son extraordinarios por esa simbiosis que consigue lograr con los que tiene enfrente. Mucha culpa la tiene que el grueso de nuestra sociedad, por muy ajeno que viva a esta industria, es capaz de reconocer un buen puñado de letras de las suyas -cuando no todas-. Y eso, el cante a cientos de voces, hace que sus espectáculos sean únicos. Ayer, por supuesto, sucedió de nuevo con temas clásicos de los suyos de toda la vida -¿quién no ha tarareado alguna vez ‘Escándalo’, que es lo que sigue siendo él como artista, o ‘Mi gran noche’ alguna vez?-, pero también echando mano de temazos de otros, como ese ‘Vivir así’, de Camilo Sesto, que provocó el éxtasis en el patio de butacas.
Por supuesto, el vestuario también formó parte de ese código no verbal -ni musical- que es su esencia pura. De riguroso negro, camisa y pantalón. Como siempre. Eso sí, en algunos de los momentos de la actuación lució una chaqueta dorada con la que romper esa monocromía que se ha convertido en una de las huellas de Raphael cada vez que despliega las alas ante su público. Al margen de lo textil, lo gestual también brilló con esa fuerza tan caratcerística en él, con esas manos al aire con las que cada movimiento está medido al milímetro para desatar la garra que requiere cada uno de ellos. Fuente: https://raphaelnet.com