El fenómeno mediático de Cecilia a mediados de los 60 solo se puede entender al compararlo con otros hitos populares como la beatlemanía. A mediados de 1964, Cecilia gozaba de una alta rotación radial, filas de fanáticos fuera de las radios y una exitosa gira nacional donde «no hubo teatro que no se repletara ante la atracción del programa», esto considerando incluso la realización de hasta tres conciertos diarios.
Su actitud desafiante y su rebelde estilo de vida independiente para una mujer de 21 años en 1964, la convertían en un fenómeno curioso para una sociedad conservadora como la nuestra. Cecilia, a punta de carisma, pudo romper tempranamente la barrera del prejuicio y reflejar esta singular personalidad también en lo musical. A pesar de ser una artista juvenil de balada y rock, en este primer disco tuvo la valentía de atreverse con estilos de otras épocas, como foxtrot (‘No pasa más’), tango (‘Se ha pues de el sol’, ‘Tango de las rosas) o begine (‘Amor, mon amour, my love), en un contexto en el cual lo retro estaba aún lejos de ser una tendencia artística y socialmente valorada.
Como ocurrió ampliamente en los 60, gran parte de los LP editados en la década eran recopilaciones de singles sin ser concebidos como un conjunto, como un disco. Cecilia no fue la excepción. Al momento de su lanzamiento, ya acumulaba una serie de exitosos sencillos 45 RPM desde 1962. Por este motivo, el Chile de 1964 ya estaba rendido a los pies de La Incomparable y familiarizado con su particular estilo de voz urlatori (aullador, en castellano), popular desde fines de los 50 en los cantantes jóvenes italianos. Esta influencia fue absorbida por Cecilia desde su formación artística en su natal Tomé de la mano de vecinos y familiares, quienes le inculcaron la pasión por el estilo y el repertorio italiano. Esta cercanía con el país europeo fue lo que predominó en este primer álbum.
Sin embargo, lejos de rendirle tributo a ídolos como Domenico Modugno y Pino Donaggio, Cecilia fue capaz de ofrecer una elaborada segunda lectura, gracias al impecable trabajo orquestal de maestros como Luis Barragán, Fernando Morello y, principalmente, Valentín Trujillo. La unión entre Cecilia y este último entregó importantes himnos al cancionero nacional como ‘Dilo calladito, ‘Uno de tantos’ y ‘Puré de papas’.
Un dato mayor para la historiografía del rock chileno es que en este disco se incluye el frenético twist ‘Quiero vivir’, la única composición de Cecilia del LP y una de las primeras composiciones femeninas de nuestro rock. Pero, sin lugar a duda, uno de los hitos más significativos de este disco será su versión de ‘Baño de mar a media- noche’, una de las canciones que la transformó en la primera rockstar chilena, aquella que enfrentó con carisma, sensualidad y actitud al conservadurismo del Chile de los 60.
Fuente: Libro 200 Discos del Rock Chileno